En el artículo de hoy, vamos a tratar el tema del lenguaje. Para mí, este es un tema fascinante, porque me he dado cuenta de que el lenguaje puede cambiar la forma de pensar de la gente. Las ideas y la forma de expresarlas condicionan los resultados en la vida.
Es por ello que, en esta ocasión, vamos a darte las claves para averiguar si tienes un lenguaje perdedor, y tratar de corregirlo. Con ello, verás la vida de otra forma, y conseguirás una mayor efectividad a la hora de alcanzar objetivos.
Como podrás comprobar, es algo básico y clave a la hora de mejorar los resultados de tus emprendimientos. Por ejemplo, adoptando un lenguaje ganador, te verás con más fuerza para negociar con proveedores en tu tienda online de Shopify.
La importancia de hablar y pensar en positivo
Hablar en positivo y tener una mente que esté enfocada siempre hacia la positividad es algo imprescindible para que el día a día transmita esta misma forma de ser. Si eres negativo, te ocurrirán cosas negativas.
Hace mucho tiempo que se sabe que, alterando la forma en la que pensamos, podemos cambiar el cómo nuestra mente trabaja y se enfoca hacia las cosas. Por ejemplo, si piensas que no puedes hacer algo, no podrás.
Sin embargo, si piensas que sí puedes hacer algo, podrás lograr muchas más cosas. Es evidente que, aunque pienses profundamente que vas a jugar al fútbol como Messi, no lo conseguirás.
Pero sí llegarás a jugar muchísimo mejor que si partes de la idea de “no puedo ser un buen jugador de fútbol”.
Lo mismo sucede con el dinero. Si tienes una mentalidad que no hace más que pensar: “No puedo ser un buen empresario” o “Jamás seré rico”, es obvio que jamás podrás llegar a serlo.
Sin embargo, si crees que vas a serlo, puede que no llegues a una meta tan alta, pero sí que tendrás un nivel de vida realmente bueno.
Es por ello que hay ideologías que son nocivas y tóxicas para el ser humano, porque le hacen creer que sus males son culpa de otras personas (generalmente su jefe), y les mantienen en una forma de pensar negativa, con lo que nunca tienen la opción de mejorar.
A continuación, te voy a mencionar algunas formas de pensar y de hablar que son tremendamente nocivas, porque son negativas. Como podrás comprobar, una vez lo hayas arreglado, empezarás a llevar tu vida de forma diferente.
No es justo
Esta es la primera de las frases que debes quitarte de encima. El “no es justo”, salvo en contadas excepciones, carece de sentido. Y esas contadas ocasiones, apuesto a que no son las ocasiones en las que tú utilizas la palabra.
Por ejemplo, si has emprendido un proyecto y empieza a irte mal, decir “no es justo” no solo es inútil, sino que es falso. No es ni justo ni injusto, porque lo que es justo o injusto hace referencia a las personas, y ahí lo que está fallando es un plan empresarial.
Es como si cae un rayo en la casa de tu vecina y dices “no es justo, no se lo merece”. La naturaleza no tiene idea de la justicia. Es algo humano, no natural. Por lo tanto, hablar en términos de justo e injusto, en la mayoría de casos, es erróneo.
Si has lanzado un proyecto y no va bien, en lugar de decir “es injusto”, di “tengo que mejorar el proyecto”. No pongas el foco en otros, y mucho menos en algo que no es tangible, para decir que tú no eres el responsable del fracaso del proyecto.
Si reconoces que el error ha sido tuyo, puedes empezar a hacer cambios.
No es mi culpa
Otra de las grandes frases que se utilizan frecuentemente. Esta es mucho más habitual entre trabajadores, y es realmente nociva, porque no solo hará que tú tengas un menor nivel de vida, sino que será dañina para toda la empresa.
En general, puede haber situaciones en las que algo que sale mal no sea culpa tuya, pero hay muchas otras en las que descargas la frustración en tu jefe, y eso sí que es algo negativo.
Por ejemplo, supongamos que estás trabajando en una fábrica y te exigen que realices 100 piezas en una hora. A ti te parece demasiado, pero no lo discutes con tu jefe, y aceptas. Al cabo de dos horas, solo has podido hacer 90 piezas por hora, y te abroncan.
Si en ese momento piensas “no es mi culpa”, es que tienes un lenguaje perdedor, porque SÍ es tu culpa. Si te comprometes a algo, debes cumplir. Y, si crees que no vas a poder cumplir, lo discutes.
Si hubieses discutido con el jefe y le hubieses dicho “no voy a poder hacer más de 90”, y, aun así, el jefe te hubiese obligado a tratar de hacer las 100 piezas en lugar de poner en la máquina a otro más capaz, entonces sí sería su culpa.
Pero si te comprometiste a hacerlo, es tu responsabilidad y culpa el no llegar.
Insisto en que hay ocasiones en que la culpa sí puede ser de otra persona. Pero, en general, tendemos a tener más responsabilidad nosotros que los demás. Por lo tanto, sé consecuente y afronta tus decisiones.
No es mi trabajo
Otra frase que conviene desterrar del lenguaje de la persona con actitud positiva. “No es mi trabajo”. Nuevamente, una frase que se ve mucho en el día a día del trabajador.
Por ejemplo, supongamos que estás en la oficina, y tu trabajo es diseñar logos, pero llega una nueva persona y el jefe te pide que le enseñes a utilizar una determinada herramienta.
Generalmente, lo que ocurrirá será que le ayudarás de muy mala gana, sin explicar correctamente algunas cosas, y luego irás a la máquina del café a quejarte de que te han puesto a hacer algo “que no es tu trabajo”.
Eso sí, sin decírselo al jefe, lo cual generará una tensión callada que acabará dañando a tu empresa.
Y es que partes de la idea errónea de que tu trabajo es lo que estás acostumbrado a hacer. Y no es así. Tu trabajo es satisfacer a los clientes de la empresa, independientemente de que tengas trato directo con ellos o no.
Y el encargado de que los trabajadores satisfagan, tarde o temprano, a los clientes, es tu jefe. Él crea el plan y el proceso productivo que hace que los clientes acaben satisfechos. Es decir, él dirige tu trabajo para que acabe siendo eficaz.
En algunos casos, ese trabajo consistirá en diseñar logos, porque es la mejor forma de satisfacer a los clientes. Pero, en otros casos, tendrás que ayudar a un nuevo empleado, porque esa es la mejor forma, en ese momento, de satisfacer a los clientes.
¿Puede tu jefe equivocarse? ¡Por supuesto! Pero, en ese caso, lo que tienes que hacer es hablarlo directamente con él.
Decir “no es mi trabajo”, no es una buena actitud. Decirle a tu jefe “sé que mi trabajo aquí es hacer que la empresa funcione, pero si paso de diseñar logos a instruir a nuevos empleados, creo que me merezco un aumento”, sí lo es.
Estás reconociendo que tu trabajo es hacer que la empresa funcione, y solo estás discutiendo cuál es la remuneración que te mereces por ello, atendiendo a las nuevas necesidades que estás supliendo.
No puedo
Estas son las dos peores palabras del lenguaje del perdedor. Y están tan interiorizadas, que, a veces, se dicen sin pensar y sin poder remediarlo… ¡Pero tengo un truco! Cada vez que te sorprendas diciéndolo, añade un “todavía” al final.
De esta forma, dirás “no puedo todavía”, lo cual deja el campo abierto para que, tan pronto como sea posible, sí puedas hacerlo.
Por supuesto, no es la mejor opción. La mejor opción es “Puedo hacerlo, pero debo saber cómo”. Esta es una actitud 100% positiva e inteligente. Pero, si te sorprendes diciendo que no puedes, añádele el “todavía”, para que no sea tan nocivo.
Por cierto, el “no puedo” es una frase frecuente en todo el mundo, no solo trabajadores. Entre emprendedores también hay una gran cantidad de personas que padecen de este problema, y, de hecho, es donde más hay que tratar de erradicarlo.
¿Por qué? Porque, en el caso del trabajador, ese “no puedo” conlleva que no se produzca un determinado producto, pero se podrá suplir con la producción de otro trabajador, y el que no podía, será recolocado donde pueda ser más productivo.
Sin embargo, en el caso del emprendedor, el “no puedo” podría significar que la sociedad se quede sin un Facebook, un Google, o un avión.
Creí que…
Otro de los grandes errores. “Creí que debía hacerlo así, no de este otro modo”. “Creí que era buena idea”. “Creí que era lo que querías”. El “Creí que…” es siempre una frase de perdedor.
El perdedor siempre supone y actúa según esa suposición, en lugar de preguntar, analizar, evaluar, dejar claro y actuar después.
Si alguna vez tienes una duda sobre algún tema, pregúntale a tu responsable y que te lo aclare. Es mejor perder cinco minutos en esa aclaración, que hacer un trabajo de tres horas mal y que después haya que repetirlo.
Y si esto te ocurre, decir “creí que” después, no va a servirte de nada. Debes reconocer que el error ha sido tuyo por no preguntar, y punto. La próxima vez, pregunta, no supongas.
Intentaré hacerlo
¡El gran error! “Intentaré hacerlo” es sinónimo de “quizá lo haga”. No debes intentar hacerlo, debes hacerlo.
Cambiar esta forma de enfocar tus obligaciones es de vital importancia, porque, si vas pensando que debes intentar hacerlo, cuando veas que no consigues los resultados necesarios, no te sentirás mal, y dejarás de intentarlo.
Sin embargo, si vas con la idea de “voy a hacerlo” o “tengo que hacerlo”, cuando fracases la primera vez, lo intentarás una segunda, y, cuando la segunda te salga mal, lo harás una tercera. Y así hasta que lo logres.
Porque no te has comprometido a intentarlo, sino a hacerlo.
Y, en algunas ocasiones, realmente no podrás, porque es un trabajo que se escapa a tus capacidades. Pero, en ese caso, pedirás ayuda y tratarás de conseguir lo que te falta para poder cumplir.
Mañana
Y, por último, la palabra mágica que todo el mundo utiliza para no hacer algo que sabe que debe hacer: “Mañana”.
Aquí solo tengo que invocar a la sabiduría popular y decirte: “No dejes para mañana lo que puedes hacer hoy”.
Si te dicen que hagas algo, hazlo. Y si tienes en mente hacer algo, empieza un minuto después de pensar que tienes que hacerlo (o, si estás haciendo otra cosa, apúntalo en tu lista de tareas pendientes DEL MISMO DÍA).
Es la única forma de tener una actitud de trabajo y de positividad en esta vida. Haciendo las cosas tan pronto como sea posible, y de la mejor manera posible.
Como puedes ver, pasar de un lenguaje de perdedor a un lenguaje de ganador es algo imprescindible para avanzar en la vida. Cuando adoptas el lenguaje apropiado, eres capaz de cambiar el mundo, porque el mundo ya ha cambiado para ti.
¿Y tú? ¿Has puesto en práctica estos cambios en el lenguaje? ¿Has notado resultaos aplicándolos a tu tienda online en Shopify? ¿Qué opinas sobre que el lenguaje condicione la forma de ver la vida? ¡Cuéntamelo en los comentarios!
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