Soy una persona bastante apasionada si de diseño web se trata, ya que es gran parte de lo que hago en mi día a día. Sin embargo, debo reconocer que si de diseños personales se trata, no soy el mejor. Diseño para los demás, para darles herramientas que necesitan para construir su negocio.
Si tienes tu propio negocio, sabes lo ocupado que puedes llegar a estar con tareas de tus clientes, reuniones, llamadas telefónicas y fechas límite de entrega. Es por eso que tener tu propio sitio web perfecto puede sonar como un sueño más. Es algo que sólo haces cuando algo te obliga, o cuando después de tanto tiempo te da pena mostrarlo. Esto es bastante común en casi todas las industrias.
En la industria digital, todo lo anterior sería equivalente a que el sitio de un diseñador siempre esté en construcción, o “se esté optimizando para Explorer 5”.
Estando en el mundo del diseño web, mi portafolio en línea es mi carta de presentación, la herramienta que tengo para promocionar mi trabajo y vender mis servicios. Inevitablemente han existido ocasiones en donde tengo demasiado trabajo y mi sitio pasa a segunda prioridad. Esto hace que mi trabajo luzca descuidado, fuera de temporada, lo que causa que las personas no tengan la mejor percepción de mi marca. Todo esto porque lo que estoy presentando como mi “carta de presentación” tiene un año de no actualizarse o sigue “en construcción”. ¿Te suena familiar?
He tenido mi propio negocio los últimos 10 años y es normal que esta situación se presente. También he tenido que cambiar mi marca y mejorarla. Se puede decir que he bailado esa canción varias veces y la verdad, he aprendido bastante de esas experiencias.
Es por eso que quiero compartir con ustedes tres cosas que he aprendido acerca de la importancia de invertir en tu propio sitio web y por qué no debes subestimar el poder que tiene un bonito “escaparate”.
Vestido para impresionar
La página de inicio de tu sitio es como tu escaparate en el mundo digital, por lo que debe estar vestida para impactar. En lo personal quiero que mi sitio luzca bien, tanto que la gente se interese en él y, si se puede, me felicite (como cuando la comida estuvo tan buena que debes felicitar al chef).
Al igual que en una tienda física, los clientes potenciales puede que pasen a la tienda si el escaparate impulsa este sentimiento. Si es atractivo, seguramente el cliente va a sentir curiosidad por tus productos e ingresará a la página.
Me gustaría compararla con una frutería. Siempre se ponen las mejores frutas al frente. Se busca mantener un diseño colorido, que sea difícil que el cliente no lo note y no lo voltee a ver.
Imagina el siguiente escenario: el dueño de la frutería está demasiado ocupado para cambiar la fruta y rotar la más fresca al frente, por lo que pasan semanas al frente y claro, se descomponen. Imagina el olor, la mala imagen que esto proyecta. No me sorprendería si nadie entra a la tienda.
Las personas van a comunicar su incomodidad; van a sacar como conclusión que el dueño no siente el mínimo interés por vender o no sabe lo que está haciendo. De hecho hasta se puede asumir que el producto que está al frente es el mejor… así que se imaginarán lo peor del restante.
Trato siempre de utilizar esta historia como motivación: “¡No dejes que tu fruta se pudra, Paul!”
Desde que diseño y construyo sitios web, busco poner mi mejor trabajo a la vista de las personas, mostrándoles que sé hacer las cosas. Mi sitio necesita mostrar que soy capaz de cumplir con las expectativas de mis clientes potenciales y que me interesa mi negocio. No solo habla de mi trabajo; también es un respaldo de mi marca. Es la primera impresión y a veces mi única oportunidad de captar la atención de las personas.
En algún momento has pensado, “Lo que estoy haciendo es tan bueno, me gustaría que otras personas lo vieran” ¡Claro! Muéstralo. No muestres lo que hace poco era lo mejor para ti; muestra lo que actualmente estás haciendo y que sabes es excelente.
Tus clientes potenciales solo pueden juzgarte por la información que tú les compartes. Asegura que tu sitio refleje quien eres y lo que eres capaz de hacer.
Comunica quien eres actualmente
Algo que aprendí a la mala fue que debía asegurar que mi sitio reflejara quien soy actualmente, y no quien era hace algunos años.
Pasan los años y sigo en este mundo de negocios, pero trato de mejorar mi nivel educativo, pulir mis habilidades, expandir mis servicios y generalmente ser una mejor versión de lo que era el año pasado; algo que mi compañía también debe reflejar. Esto no significa siempre que la empresa crezca en números o física, pero si en cuestión de habilidades. A veces eso significa que tengas que cambiar tu apariencia hacia tus clientes.
Ha habido numerosas veces en los últimos 10 años que mi sitio ha quedado un poco desfasado de la marca que quiero promocionar. Y esto ha creado ciertos problemas. Déjame explicarte:
Lo más común que he encontrado al hacer publicidad es, por ejemplo, promociono “la tienda online más a la moda” que he completado, y las siguientes 7 de cada 10 consultas resultan ser marcas de moda. Esto se genera una y otra vez.
Del mismo modo, si mi sitio estuviera “fuera de fecha” también es publicidad. Por ejemplo, cuando inicié mi negocio, ofrecía “logos rápidos para pequeños negocios”. Si no cambio eso, ese servicio se sigue promocionando y por consecuencia, seguiré recibiendo consultas relacionadas.
El problema es que conforme mi negocio avanza, si mi página web no cambia no crece conmigo, las consultas serán directamente relacionadas con tu sitio, que está “fuera de fecha”. La oferta de servicios es de hace 2 años, y ya no la manejo, De hecho, he progresado y mis nuevos clientes no ven eso porque no se los muestro. Esto genera que las preguntas hacia mí se concentren en esa línea de trabajo… es un ciclo que se repite y debes parar.
Es una reacción instintiva. No se calcula ni se planea. Es sólo saber qué es lo que está frente a ti. Estoy ocupado otra vez, pero no “ocupado” con lo que yo quiero. Así, los dos problemas que he encontrado al no ser realista con qué papel ocupo en este momento son:
- Me la he pasado buscando que mi negocio progrese pero
- Mi negocio actualmente dicta quien soy, y no al revés (que es como debería ser)
Sé tu jefe
“Sé el jefe de tu marca. Toma el control de tu sitio y haz que trabaje para ti, en lugar de que tu trabajes para él”. Es lo que trato de repetirme.
Nadie es responsable de cómo se percibe mi marca –ese es mi trabajo–. Nadie está tratando de desacreditarme –la mayor parte del tiempo eso lo logro por mi cuenta–. Casi siempre es como accidente.
A continuación te comparto una historia que puede ilustrar lo anterior. Es una historia verdadera y no voy a cambiar los nombres de los responsables.
Hace dos años decidí que no estaba siendo fiel a mi negocio y no estaba feliz con la compañía que había trabajado (accidentalmente). Así que tome la decisión de cambiar esto.
Escribí una lista de clientes con los que quería trabajar. Las acomode en el orden de “realista” a “acabo de comprar un unicornio con descuento” (algo que nunca pasará porque los unicornios rara vez tienen descuento –son como los productos de Apple).
Después de eso, a esos clientes les hice un espacio (aunque aún ni mis clientes eran) y comencé a desarrollar una marca con la que me sintiera feliz. No pensé en crear algo grande, y mucho menos pensé en venderme. Trate de inspirar para que parte de mi comenzara un negocio en primer lugar.
Posteriormente contacté a esos clientes –enviándoles correos en donde ofrecía mis servicios. Investigué, hice un discurso y diseñe mis metas.
Cuando logré tener a esos clientes, hice que cada trabajo contara. Sabía que si completaba un trabajo de este tipo, los siguientes 7 o 10 iban a ser similares. Así que, cuando tuve algo que mostrar, me di tiempo en la semana de compartirlo. Lo puse en las redes sociales, envié correos, actualice mi sitio. Realmente dejé que las personas se enteraran.
Claro, comencé a trabajar de una manera similar. Cuando esos trabajos se lograban, buscaba cosas similares.
Comencé y continúe igual, dedicando un día a la semana a impulsar mi negocio, ya sea actualizando mi blog, mi portafolio o mis post en redes sociales. Lo que fuera necesario para tener actualizada mi marca, lo hacía. Nunca fue perfecto, pero hice lo mejor que se podía.
Un día a la semana es el 20% de mi año laboral. Esta es una inversión sólida. Podría reducir mis ingresos en un 20% al hacer esto. Pues bien, el retorno que he visto en el último año ha sido increíble.
Desde que mis decisiones se han vuelto más estratégicas, noto una correlación directa entre lo que transmito y las consultas que recibo. Los clientes potenciales pueden ver el nivel de trabajo que actualmente manejo y por lo tanto, buscan ese compromiso de mi parte.
Se supone que cada derivación es una conversión mucho más fácil, porque pueden ver lo que quieren y están prácticamente convencidos antes de hablar conmigo. Casi siempre escucho “estoy convencido de que eres la persona indicada para el trabajo, me lo has demostrado con tu sitio web”. Eso me deja una gran sensación. Estoy tratando de asegurar que mi escaparate coincida con mi oferta de trabajo. Siento que estoy estableciendo la trayectoria de mi propio negocio, en lugar de sólo reaccionar ante el trabajo que llega a mis manos. Estoy siendo el jefe de mi propia compañía. ¡Toma eso, negocio accidental!
Toma el control
Uno de mis grandes miedos es tomarme el tiempo de enfocarme no solo en actualizar mi sitio, sino toda mi marca en general (portafolio, social media, lista de correos, atención al cliente). Estaba demasiado ocupado y eso estaba a punto de hacer las cosas bastante difíciles para mí.
Claro, ha habido un par de semanas en donde me ocupaban tanto que solo le dedicaba medio día al mantenimiento de estas cosas. Esto generaba que tenía que contratar a alguien para lograr tener actualizado todo. Sin embargo, en una imagen más grande, realmente esto transformó mi negocio.
Encontré que poniendo esfuerzo en mi trabajo y mostrándolo ante las personas, de forma deliberada y estratégica, he logrado enfocar mi negocio en la dirección que creo. Al hacer esto, he encontrado nuevos proyectos y trabajado con las personas que quiero, y sigo construyendo un negocio con el que estoy entusiasmado.
Acerca del autor
Paul Hanna es el dueño y director de White Flag, un estudio con base en Sydney, Australia. A Paul le gustan las guitarras, las barras de chocolate y los carros familiares.
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