En esta ocasión, vamos a dedicar unas palabras a las diferencias que existen entre el espíritu del emprendedor y el espíritu del trabajador por cuenta ajena, porque son dos tipos de espíritu completamente diferentes.
Conviene señalar que esto no significa que uno sea mejor que el otro. Nada más lejos de la realidad. Ambos son perfectamente necesarios en una sociedad compleja. Pero conviene conocer las diferencias, para que cada cual encuentre el lugar más apropiado para él.
Así que, sin más dilación, vamos a ver cómo se distingue el espíritu de un emprendedor, del espíritu de un trabajador por cuenta ajena.
El riesgo
El emprendedor ama el riesgo, mientras que el trabajador por cuenta ajena prefiere la seguridad. La dicotomía entre riesgo y seguridad está presente en todos los seres humanos y en todas las sociedades que han existido y existen.
Siempre hay determinados tipos de personas que prefieren el riesgo por encima de la seguridad, frente a aquellas otras que prefieren la seguridad frente al riesgo. ¿Por qué? Porque el ser humano tiene esas dos pulsiones en su interior, y a veces gana una, y, a veces, la otra.
Sin embargo, en el mundo del emprendimiento, sucede que la mayor parte de los emprendedores tienen mayor afición al riesgo que a la seguridad, lo que conduce a que puedan tomar decisiones más drásticas.
Estas decisiones drásticas son las que pueden dar lugar a un Facebook (aunque también pueden dar lugar a un fracaso estrepitoso, de ahí que haya riesgo).
El trabajador por cuenta ajena, por su parte, únicamente podrá mantenerse en un trabajo estable y, con suerte, ir cambiando de uno a otro según le vayan surgiendo oportunidades.
La libertad
Pero, ¿por qué ama el riesgo el emprendedor? Porque sabe que la libertad implica riesgos, y él ama la libertad. En cambio, el trabajador por cuenta ajena prefiere la seguridad porque la libertad no es tan importante para él.
La libertad, en este sentido, puede hacer referencia a una gran cantidad de cosas. Puede ser la simple libertad financiera, también puede ser la libertad de horarios, la de no tener jefe, la libertad que puede aportar un nuevo proyecto cuando se consolide…
Todas estas libertades son las que llevan al emprendedor a que asuma riesgos, mientras que el trabajador por cuenta ajena prefiere prescindir de esas libertades, someterse a unos horarios y un salario fijo, y ganar, a cambio, una buena dosis de seguridad.
Ambos posicionamientos ante la vida son legítimos. Aunque, en Shopify, la mayoría de nuestros lectores son emprendedores, que valoran enormemente la libertad que aporta el poder vivir de una tienda online, por ejemplo.
Conviene señalar que, en este punto de la libertad y el riesgo, utilizo el término “emprendedor” en un sentido amplio. Cualquier persona que cree su propio negocio (sea una startup o sea estableciéndose como fontanero autónomo), está asumiendo riesgo porque valora la libertad.
La percepción de los logros ajenos
Cuando el emprendedor ve un logro ajeno, se dice a sí mismo: “Yo también puedo hacerlo”, mientras que el trabajador por cuenta ajena puede decir dos cosas. La primera “ha tenido suerte” o, la segunda, “qué bien lo ha hecho, lástima que yo no pueda”.
En general, esta es una distinción que se suele utilizar para diferenciar a las personas que tienen mentalidad de pobre, de las que tienen mentalidad de rico. Las primeras no valoran los logros ajenos, mientras que las segundas sí lo hacen.
Pero las segundas (donde podemos incluir a los emprendedores), no se conforman con el simple hecho de valorar un logro ajeno, sino que se convencen a sí mismos de que ellos también son capaces de hacer algo parecido.
Es por ello que los emprendedores tienden a juntarse con otros emprendedores, porque, además de poder compartir conocimientos e ideas, pueden motivarse unos a otros al conocer los logros generados por sus colegas.
La capacidad para posponer lo bueno
Otra de las características que suelen destacar en los emprendedores es la de poder posponer los beneficios. En cambio, el trabajador por cuenta ajena, en general, prefiere conseguir los beneficios tan pronto como sea posible.
Esta es una característica que también sirve para determinar, en buena medida, quién tiene una mentalidad de rico o de pobre (y es que, la mentalidad de rico está muy relacionada con la capacidad para emprender).
Las personas emprendedoras, con una mentalidad de rico, tienen la capacidad de posponer los beneficios presentes para lograr mayores beneficios en el futuro, mientras que las personas con un espíritu de trabajador por cuenta ajena, no la tienen tan desarrollada.
En esto se han hecho estudios, incluso, en el que se daba a niños un caramelo, y se les decía: “Puedes comértelo ahora, o puedes esperar a que vuelva, y, entonces, te daré dos caramelos”.
Muy pocos niños esperaban a que volviera la profesora para poder disfrutar de los dos caramelos. Pero, precisamente, esos niños son los que más posibilidades tienen de llegar a ser ricos el día de mañana, gracias a su capacidad de posponer beneficios.
Lo mismo sucede en el emprendedor: Es capaz de posponer los beneficios inmediatos (por ejemplo, viviendo como un monje cartujo mientras desarrolla su empresa, reinvirtiendo las ganancias), para que, el día de mañana, pueda generar una mayor cantidad de beneficios.
El trabajador por cuenta ajena, en cambio, prefiere la seguridad del salario, que es inmediato (mes a mes), y sin cambios.
La opinión de la riqueza
En general, el emprendedor ve la riqueza como una medida que le indica qué tan bien ha servido a la sociedad, y, puesto que quiere servir, quiere conseguirla. La considera algo bueno y positivo.
En cambio, el trabajador por cuenta ajena, pese a necesitar la riqueza y buscarla constantemente, tiende a considerarla algo negativo, de la cual solo hay que disponer en pequeñas cantidades para sobrevivir, mientras que en cantidades grandes te corrompe.
En general, la percepción que tiene el trabajador por cuenta ajena del empresario es la de que es una persona que solo se interesa por el dinero. Sin embargo, basta con hablar con empresarios (y, especialmente, emprendedores), para comprobar que esto no es cierto.
La mayor parte de empresarios lo que hacen es prestar un servicio, y, sobre todo, en sus primeros pasos, buscan tener un mayor grado de libertad que el resto de personas (generalmente, trabajadores por cuenta ajena).
Una vez se consolida un negocio, claro que lo que interesa es aumentar beneficios y rentabilidades, pero la razón subyacente no es el dinero, sino la capacidad de tener más libertad.
En este sentido, la riqueza puede ser percibida como algo positivo, o como algo negativo. En general, el trabajador por cuenta ajena la percibe como algo negativo… ¡Y no se puede atraer algo que consideras negativo!
Una última cosa. En este caso estoy hablando en términos generales. Hay muchos trabajadores por cuenta ajena que no desprecian la riqueza ni la consideran negativa, ni tan siquiera en los trabajos por cuenta ajena de cuello azul.
La niñez y los sueños
En cierto sentido, los emprendedores son personas que jamás abandonaron su niñez, y siguen siendo capaces de soñar. Simplemente, al ser adultos, se encuentran con las capacidades y habilidades para hacer realidad algunos de esos sueños.
El trabajador por cuenta ajena, en general, es una persona más madura, al que “el mundo ha absorbido”, y ha tenido que crecer, olvidando los sueños que tenía de pequeño por el camino.
Para ser emprendedor, tanto en un sentido estricto como en un sentido amplio (pero más en un sentido estricto, por supuesto), se necesita tener ese punto de inocencia y de niñez. De pensar que se puede crear algo que cambie el mundo.
En el caso de los trabajadores por cuenta ajena, se prefiere, nuevamente, la seguridad, a hacer realidad los sueños que se puedan tener. Incluso cuando estos sueños pudieran tener grandes posibilidades de ser rentables.
La capacidad para trabajar
Al hilo de lo anterior, el emprendedor tiene una mayor capacidad de trabajo, porque no está luchando por un salario sino por la consecución de un sueño y por llevar a cabo una idea revolucionaria.
El trabajador por cuenta ajena, en cambio, está trabajando por un salario, por lo que no tiene incentivos tan poderosos a esforzarse y trabajar con mucho más ahínco.
Hasta cierto punto, el emprendedor puede llegar a ser obsesivo con lo que hace, lo que le puede llevar a trabajar todo el día para poder desarrollar su empresa y su producto. Esto solo puede hacerse si se tiene pasión. No hay ningún salario que compense algo así por mucho tiempo.
Egoísmo
En general, el emprendedor tiene un punto más egoísta que el trabajador por cuenta ajena. Puede que sea la consecuencia natural de todo lo anterior, o puede que sea la causa. No lo sé, pero, en mi experiencia, el emprendedor tiende a ser algo más egoísta.
Al fin y al cabo, hay que serlo para poner por delante de todo lo demás un sueño particular que tienes, y que ni siquiera sabes si va a triunfar o va a fracasar.
No nos engañemos, la imagen del emprendedor es buena, pero todos los que hemos emprendido algo, por pequeño que sea, alguna vez en nuestra vida, sabemos que se resienten las relaciones familiares, de amistad y de pareja.
Y se resienten porque dedicamos horas y horas a nuestros proyectos. Sí, por la consecución de un sueño. Pero no deja de ser un sueño personal, lo cual indica un alto grado de egoísmo.
Por otro lado, tenemos al trabajador por cuenta ajena, que, quizá porque no está tan obsesionado con sus propios objetivos, puede contar con mayor tiempo para la familia, los amigos y la pareja.
Altruismo
Por último, tenemos el altruismo. Es curioso que el emprendedor, por lo general, sea más altruista que el trabajador por cuenta ajena, cuando acabo de mencionar que es más egoísta. Pero es así.
Puede que sea, simplemente, porque el sueño que tiene el emprendedor es ayudar a los demás, y lo persigue a costa de las personas más cercanas que tiene. Es un altruismo egoísta, o un egoísmo altruista. Algo extraño.
Pero lo cierto es que sucede. El emprendedor, en general, tiende a ayudar a sus semejantes mucho más que el trabajador por cuenta ajena.
¡Cuidado! Esto es muy variable, y estoy hablando continuamente en términos generales. Por supuesto que hay trabajadores por cuenta ajena que se preocupan mucho por los demás, y emprendedores que no lo hacen.
Pero, en general, al emprendedor lo mueven intereses de ayudar a una gran cantidad de personas, mientras que al trabajador por cuenta ajena le mueve el interés en ayudarse a sí mismo y a su familia.
De hecho, una de las frases más frecuentes entre los trabajadores por cuenta ajena cuando se habla de ayudar a los demás, es la de “no tengo para mí, como para ayudar a los demás”.
Como puedes ver, entre el espíritu del emprendedor y el espíritu del trabajador hay notables diferencias, y conviene tenerlas en cuenta, porque, tarde o temprano, tendrás que decidirte entre uno de los dos estilos de vida.
Y te aseguro que no se puede estar mucho tiempo dedicándose a un estilo de vida si has nacido para pertenecer al otro. Resulta imposible mantenerse fiel a un emprendimiento con un espíritu de trabajador por cuenta ajena, y resulta imposible aguantar un trabajo por cuenta ajena con un espíritu de emprendedor.
Así que, conócete, y actúa en consecuencia.
Más información
- Cómo ser mamá y emprendedora al mismo tiempo
- Secretos Gerenciales- El Modelo de Kano
- Cinco maneras de construir tu negocio sin renunciar a tu trabajo
- 8 consejos para ser un emprendedor productivo
- Computación en la nube- descubre cómo funciona la tecnología "cloud computing"
- Ferias y mercados- Ideas para tener puestos originales
- ¿Cómo salir de tu zona de confort y emprender tu propio negocio?
- Formas de ser un gran padre y un emprendedor exitoso
- ¿Por qué deberías considerar tener una tienda pop-up durante la temporada navideña?
- Ser noctámbulo- El costo oculto (y cómo dormir mejor)